El diario de un Drone agrícola

El despertador sonó a las 4:15 de la mañana. La habitación del hotel estaba en completa oscuridad interrumpida solo por pequeños destellos de luz verde de las baterías ya cargadas de nuestros drones. Habíamos llegado de Lima a Chiclayo la noche anterior y preparado todo para salir rápido al campo la mañana siguiente. Los drones estaban empacados y listos para su jornal.

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A las 4:45am, salimos hacia el norte rumbo a Olmos donde nos esperaban para volar más de 500 hectáreas de arándanos y uvas. Siempre es crítico llegar temprano para volar los drones con poco viento y aprovechar el día. Ya en el ingreso por la trocha de Olmos, el cielo se rompió en un amanecer radiante que anunciaba un gran día de campo.

Llegamos al fundo y después de revisar bien las zonas de interés y los espacios para aterrizar, creamos los planes de vuelo.  Cargamos los planes de vuelo a los drones y acoplamos los sensores. Ese día nos tocaba volar con cámaras infrarrojas para medir niveles de clorofila y para identificar zonas con deficiencias de vigor en las plantas.

Después de tres vuelos exitosos con cámaras infrarrojas, decidimos probar nuestra nueva cámara térmica. Los sensores térmicos en drones todavía son poco utilizados para la agricultura por su alto costo. La decisión de comprar la cámara térmica no había sido fácil pero sus beneficios llegaron muy rápido.

La cámara térmica nos permite detectar la temperatura de las plantas y la humedad del suelo con un altísimo nivel de detalle. Ambas variables son criticas para que el agricultor pueda monitorear sus sistemas de riego y corregir rápidamente cualquier problema antes que afecte el rendimiento de sus cultivos.

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Para las 11am ya habíamos realizado 5 vuelos y todavía nos faltaban un par más. Ya no quedaba ninguna nube en el cielo. El sol abrasador nos empezaba a derretir. La radiación por el reflejo del sol en la arena pálida amplificaba el calor. El termostato de la camioneta marcaba 38 grados centígrados. Para variar, un enjambre de moscas revoloteaba dentro de la camioneta.

A la 1pm el viento empezó a subir, refrescando un poco el ambiente, pero complicando el vuelo de los drones. Para lograr nuestra precisión meta de 5cm por pixel necesitamos buena estabilidad del drone, algo que se puede complicar con fuertes vientos. Estas turbulencias inclusive pueden causar la caída y perdida del drone.

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A las 3pm, nos quedaba un vuelo por realizar y muy poco margen de error. Ya habíamos volado 420 de las 500 hectáreas. Si no lográbamos hacer este último vuelo, tendríamos  que regresar al día siguiente sólo por las 80 hectáreas que faltaban. Sería un día adicional casi perdido.

Contra las alertas de viento, decidimos soltar el drone para su último vuelo. Los vientos fuertes consumen rápidamente la batería pues los drones necesitan hacer un esfuerzo mucho más intenso para mantener su estabilidad. A la mitad del vuelo nos quedaba 30% de batería. En el regreso al punto de aterrizaje, la batería cayó a 0%, estábamos en reserva, el drone dando su último aliento. Entonces, apareció en el horizonte, casi planeando tuvo un aterrizaje perfecto. Habíamos completado la misión.

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De regreso a Chiclayo revisamos algunas de las imágenes captadas por los drones. En total habíamos tomado más de 5,000 fotos con 2 tipos de cámaras. Ahora venia la parte pesada, procesar esta cantidad masiva de información. Llegamos al hotel con el atardecer y salimos rápidamente hacia el aeropuerto para regresar a Lima. Si el avión no se retrasaba, llegaríamos a Lima a las 8pm y a la oficina máximo a las 9pm para empezar a procesar la data. Solo podemos procesar de nuestra oficina por nuestra inversión en internet con alta velocidad. Cualquier otro punto de conexión haría que el proceso tome días o semanas en vez de pocas horas.

A las 12 de la noche ya habíamos terminado de subir las imágenes a la nube para empezar con el procesamiento. Ya era el turno de las super computadoras de hacer su trabajo. Ellas tomarían la posta durante la noche para que nosotros por fin podamos ir a descansar.

La mañana siguiente, las computadoras habían terminado su trabajo. Enviamos al cliente los mapas de clorofila generados con las fotos de la cámara infrarroja y los mapas de calor generados por la cámara térmica. Esta velocidad de respuesta es clave para que el agricultor pueda tomar decisiones rápidas y focalizadas, evitando que un potencial problema o anomalía se extienda en los cultivos.

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Satisfechos por un trabajo bien realizado y por un cliente contento, empezamos a limpiar los drones, las cámaras y los equipos, preparándonos para nuestra siguiente aventura. Llevar innovación al campo no es una tarea fácil pero es muy reconfortante. Ver todos los beneficios que puede traer la tecnología a la agricultura es lo que nos mueve y nos motiva.

Escrito por Guillermo de Vivanco de Space AG

En Space AG creamos soluciones innovadoras para el Sector Agrícola. Ofrecemos una plataforma integrada para la gestión de cultivos intensivos que combina data de drones – equipados con cámaras infrarrojas y térmicas – con data de sensores móviles acoplados a los tractores. Además, generamos modelos de inteligencia artificial que permitan tomar mejores decisiones a los agricultores, maximizando su producción y optimizando el uso de recursos críticos como el agua, fertilizantes y pesticidas. Para más información, visita nuestra Web: http://spaceag.co/

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